El curso electivo de Lenguaje de Señas de 11mo grado trabajó en la preparación de un anuncio de alerta sobre el Covid-19 para la comunidad sorda
¡Esperamos que lo disfruten!
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Conoce los cambios que se implementarán a partir del próximo martes, 31 de marzo, al toque de queda por la emergencia del #COVID19 en Puerto Rico. #QuédateEnTuCasa
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«Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas.
Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente.
En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos. Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús.
Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—.
Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40). Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (v. 38).
No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados.
La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad.
La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.
Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela y se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa.
No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo.
Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12).
Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.
Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo.
Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza.
Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere. El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar.
El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado.
El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza.
Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad.
En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios.
Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil Señor y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque sabemos que Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).
TEXTO COMPLETO DE LA MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE FRANCISCO DEL VIERNES 27 DE MARZO 2020
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Sintonicen el Canal 4 a la 1:00 pm que transmitirá la bendición especial del Papa Francisco al mundo entero. ¡Vamos a separar esos momentos para unirnos TODOS en oración! 🙌🙏🙌
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Los estudiantes de los cursos de Teatro del Colegio Beato Carlos Manuel Rodríguez celebran el Día Internacional del Teatro desde sus casas. Se solidarizan en apoyo con todos los teatreros de Puerto Rico y del mundo en su día. Tenemos la fe y la esperanza de volver pronto al teatro.
¡Felicidades! Muchas bendiciones.
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¡ATENCIÓN A NUESTRA COMUNIDAD ESCOLAR!
Le invitamos a revisar el Comunicado #47-2019-2020 Servicios administrativos a distancia para que conozca los detalles de como estarán funcionado nuestros servicios administrativos virtuales.
¡Gracias por confiarnos la educación de sus hijos!
Pedro Juan Martínez, Director
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¡A nuestra comunidad escolar del Colegio Beato Carlos Manuel Rodríguez!
La vida nos lleva por caminos misteriosos que nos brindan nuevas experiencias y oportunidades para hacernos más fuertes y resilientes. Después de María y los eventos sísmicos jamás nos hubiésemos imaginado que el coronavirus nos causaría una situación más impactante y emergente que las anteriores. ¡Nos volvió a transformar la vida! Así que obligó a nuestro Segundo Hogar presencial, que para muchos lo era literalmente porque solo íbamos a nuestras casas de visita, evolucionar a un Primer Hogar Virtual porque ahora el salón de clases está en los hogares bajo la supervisión y colaboración de los padres, asumiendo un rol más activo en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Hemos comenzado una aventura inesperada desde los hogares de cada uno de los maestros pioneros y nuestro personal no docente. No nos dio la oportunidad de prepararnos cómo hubiésemos querido pero nos lanzamos al reto y a evolucionar por las circunstancias que nos ha tocado vivir. Todos mis compañeros, incluyéndome a mí que soy maestro de Álgebra I y II este curso escolar, hemos utilizado el dominio que tenemos de la tecnología a este momento y dar al máximo de nuestro potencial para ofrecer nuestras clases a distancia. ¡Es una experiencia nueva para todos! No somos una escuela perfecta, pero nos esforzamos en dar lo mejor de nosotros mismos como comunidad educativa virtual y a distancia.
Es necesario que los padres y estudiantes entiendan que seguimos funcionando en nuestro horario regular. No estamos de vacaciones. Sabemos que pueden haber circunstancias que no permita a los estudiantes conectarse en horario regular de la clase por diferentes razones pero es importante que los estudiantes entren a los blogs, portales, plataformas y chats para ponerse al día. Utilice el correo electrónico oficial de cada maestro para comunicarse con ellos.
Agradezco a los padres que están colaborando con nosotros en este proceso monitoreando a sus hijos, orientando y ayudando a los padres de sus mismos grados a través de los distintos chats y a los que se han matriculado en los cursos con sus hijos para servir de ayuda y velar que sus hijos cumplan con las tareas de las distintas clases. Gracias por las palabras de aliento, las observaciones, sugerencias, recomendaciones y hasta los desahogos.
A mis compañeros de facultad y de la oficina: una vez más se pone a prueba nuestro compromiso, dedicación, solidaridad y empatía a nuestra profesión e institución. Me siento muy orgulloso y agradecido del trabajo que estamos haciendo como familia pionera. No sabemos cuanto tiempo durará esta situación, lo importante es continuar adelante y dar el mejor servicio a nuestros estudiantes enmarcado en nuestra misión: “Preparar a nuestros para la vida a la luz de los valores del Evangelio”.
¡Gracias por confiarnos la educación de sus hijos!
¡Que el Padre Celestial y el Beato Carlos Manuel nos guíen a cada instante!
Pedro Juan Martínez Torres, Director
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A la comunidad escolar:
Concluimos una semana de tres día que parecía más larga. ¿Aprovecharon el tiempo los estudiantes? Espero que sí. Los cambios no son sencillos y más con la ameneza constante a nuestra salud física y mental en el horizonte.
Como educadora de más de 40 años de servicio tanto en el sistema público como en el privado, he visto unos cuantos cambios pero ninguno de esta magnitud. Confiamos en el Todopoderos que nos guíe.
Para ir suavizando estos cambios, los estudiantes tienen un sinnumero de aplicaciones que pueden descargar a su dispositivo portátil para realizar las tareas en línea. Aquí les incluyo un vínculo para que tengan una idea de la variedad que ofrece Google. Accedan a https://mashtips.com/best-google-educational-apps/
Recalco la importancia de usar el correo oficial @colegiobeato.org. El Colegio tiene GSuite que le provee más capacidad de almacenamiento a los usuarios. Con otros servicios habría que pagar más si uno desea más capacidad.
Con el fin de tranquilizar a los padres en relación a las tareas asignadas, los maestros tomarán en consideración aquellos casos en donde el estudiante se ha encontrado con dificultades para realizar las mismas. Como he dicho anteriormente, no duden en comunicarse con el personal docente o no-docente. Para eso estamos. Tengan excelente fin de semana en sus hogares. ~~LMMolina, Principal
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Comunidad Escolar,
Hoy fue tan o más riguroso que ayer. Cada maestro está buscando la manera de seguir con sus clases por diferentes medios y aplicaciones. Los estudiantes se están dando cuenta que esto va en serio y tienen que cumplir con las tareas asignadas. No sabemos por cuanto tiempo seguirá la situación precaria del país. La educación a distancia es lo que hay por ahora. Agradecemos la colaboración de los padres. Estamos en la mejor disposición de brindarles el mejor servicio a nuestro alcance. Padre/tutor, si su hijo no ha podido entrar a sus clases virtuales, comuníquese con los maestros o la administración a la mayor brevedad posible. No queremos que se atraesen. Dios los bendiga. ~~LMMolina, Principal
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