
Tenemos la esperanza de que sea uno mejor en nuestra vida personal, espiritual, profesional y familiar. Todo eso depende de nosotros mismos para enfrentar con valentía y coraje los retos que nos trae cada año. Hemos visto los deseos de culminar un año por lo intenso que ha sido y cuando comienza el próximo es más intenso aún con retos que no esperábamos. Tenemos que cambiar el crisol de cómo vemos las cosas. Las situaciones, las circunstancias y los eventos inesperados que nos sacan de nuestra zona de comodidad, nos hacen ver solo una parte. Pero cuando miramos hacia atrás, vemos nuestra capacidad de resiliencia, evolución y adaptación. La pandemia sigue con nosotros y nos ha hecho enfrentar retos, desafíos, miedos y atrevernos hacer cosas que creíamos no tener la capacidad y muchos menos que ocurrirían en un abrir y cerrar de ojos en nuestra realidad inmediata. Dejaron de ser cosas de las películas y del futuro lejano. ¡Como hemos aprendido, crecido y valoramos las cosas que antes creíamos simples o insignificantes! Abracemos el nuevo año con esperanzas, sueños e ilusiones. ¿Qué nos traerá! ¡No lo sabemos! Solo procuremos tener una actitud positiva, brindar una sonrisa, ser solidarios y empáticos a cada instante, dar sin recibir nada a cambio, respetarnos mutuamente, darnos amor sin medida y ser agradecidos siempre, siempre, siempre.
¡Que la presencia de “El Amado” esté en cada instante de nuestras vidas y que nunca olvidemos que Él siempre camina a nuestro lado!
Danos Padre Celestial tu bendición y tu santo amor.
¡Bendícenos siempre Señor!
Pedro Juan
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